En estas fechas, en todo nuestro territorio, tenemos la costumbre de rendirle tributo a aquellos seres que han partido de nuestro lado.  Cuando hemos perdido a alguien muy importante para nosotros, los rituales nos ayudan a comprender y a recordar a esa persona o personas. En otras palabras facilita que nuestros procesos de duelo avancen y que caminemos un paso más en la aceptación de la muerte. También es importante recordar a nuestros difuntos en los diferentes momentos festivos (no solo estas fechas), como cumpleaños, Navidad, y otros acontecimientos especiales para la familia, recordando la temporalidad de lo sucedido.

El ritual (a veces llamado rito) es la reunión de acciones que consta de ceremonias y que además se realizan de forma reiterada. Estos rituales tienen un valor simbólico o representativo que está inscrito en un credo, ideología y también es parte de una tradición (muy común en todas las sociedades humanas). Existen desde siempre, el origen de los rituales es ancestral, desde aquellos que se realizaban para fecundidad hasta los que conocemos actualmente como las misas, entonar el Himno Nacional erguidos, visitar a nuestro ser querido en el cementerio, etc.

Mencionemos entonces un poco de lo que sucede en nuestra cultura, sobre todo en el occidente de nuestro país, en torno al “Día de los Difuntos”.

Desde semanas anteriores a esta fecha las personas se preparan para recibir a sus seres queridos que partieron, este festejo tiene por nombre “Todos Santos”. Antes del medio día del 1ro de Noviembre, se debe alistar una mesa o altar donde estará un mantel y encima se pondrán flores, velas, adornos, bebidas (a veces alcohólicas, o quizá sólo un vaso o copa de agua), y aquella comida que le gustaba al difunto. También se pueden encontrar dulces, pasankalla (un insuflado de maíz que lleva azúcar), panes (t’antawawas), hojas de coca. Y por supuesto la o las fotografías de todos aquellos que partieron a otra dimensión. En realidad el decorado es muy personal, cada quién puede decorar según sus gustos y propias costumbres. Dependiendo de las creencias religiosas también se ponen crucifijos o imágenes de santos, etc.     

Los significados son por demás hermosos, llenos de cultura. La explicación de cada detalle llena cualquier interrogante que se pueda tener, por ejemplo, hay una diversidad de las famosas t’antawawas (panes con máscara) donde cada una tiene un por qué y un para qué. La escalera es el medio por el que las almas descienden al mundo de los vivos; la cruz representa a Jesús quien es el protector de las personas que partieron; la t’antallama es el medio de transporte de las almas; el t’antacaballo será el encargado de llevar todas las ofrendas del difunto; el bizcochuelo representa el ataúd; y por supuesto la t’antawawa quien representa al difunto.

Es así que se podrá compartir con los seres queridos durante 24 horas, al medio día del 2 de noviembre (día de los Fieles Difuntos), las almas se despedirán hasta un nuevo encuentro. Justamente a inicios de este mes es cuando se inicia la temporada de lluvias por lo cual es una etapa productiva para la tierra y es cuando la “naturaleza renace”, una linda equivalencia  relacionar que después de despedir a nuestros difuntos existe un renacimiento…

Si no quisiéramos ser parte de los rituales o ni siquiera tuviéramos conciencia de ellos, por lo general y en algún momento de nuestra vida compartimos con personas que los realizan, y terminamos siendo parte de ellos también. Son parte intrínseca de la cultura, por tanto de nuestras vidas.

Los rituales son importantes. Los invito a que realicen alguno conocido o mejor aún que puedan crear nuevos para así darle un significado propio, personal y único a su vida y en este caso a su duelo.  

Carla Arispe – Psicóloga, Tanatóloga