Emociones en los niños

Educación Emocional, herramientas para la vida

Mi nombre es Luciana Brooks Liebers, trabajo en Ser Libre como terapeuta clínica de niñas, niños y adolescentes. Hoy les vengo a hablar sobre la importancia de la educación emocional en la niñez, su práctica en el día a día permitirá la creación de vínculos fuertes, respetuosos y seguros para el desarrollo de las relaciones interpersonales.

En la actualidad, se necesitan nuevas formas de llegada a los chicos y esto implica repensar las maneras en cómo nos expresamos, comunicamos, cómo actuamos ante lo que sentimos y cómo resolvemos las dificultades que se van presentando en nuestro caminar por la vida. Por esto es necesario comenzar a dar lugar a las emociones, reconocerlas como propias y nombrarlas para comprenderlas.

Las emociones son el componente más humano de las personas, lo que nos hace únicos, diferentes y también importantes. Nuestra capacidad para sentir hace que tengamos experiencias, las vivamos y reaccionemos de una forma u otra.

Es fundamental que como adultos nos tomemos el tiempo necesario para mostrar con nuestro ejemplo a los pequeños que existen otras opciones además del “bien” o “mal”. Rompiendo con el patrón repetitivo y automático que les permita salir de estas únicas respuestas y abrir un espacio de confianza y cuidado, en donde lo que siente, piensa, cree y opina cada miembro del núcleo familiar sea reconocido, porque es necesario para el aprendizaje y crecimiento. Los niños experimentan la misma gama de emociones que los adultos, y es importante que aprendan la función que cumple cada una de ellas, todas y cada una de las emociones son necesarias. Son innatas y naturales del ser humano, y las requerimos porque todas nos mandan mensajes y nos dan señales de situaciones que deben ser respondidas y atendidas.

El trabajo sobre las emociones desde casa y con los padres permite que los niños puedan estar preparados para crecer sanos, consientes y que reconozcan aquellas situaciones que generan incomodidad, aprendan a disfrutar de lo agradable y digerir lo desagradable. Se trata de regalarles herramientas para la vida, para que cuando aparezcan conflictos entre pares ya sea en el colegio, casa o algún otro ambiente, sepan resolverlos de la mejor manera posible. Teniendo el conocimiento de quienes son, como actuar y como responder sin lastimar ni lastimarse a ellos mismos, podrán responder de una manera más calmada, menos impulsiva y también atender a sus necesidades y saberlas comunicar de manera práctica. De esta manera, cuando se presenten problemas, puedan manejarlos de manera autónoma e independiente.

Como adultos debemos comprender que el cambio que queremos ver afuera comienza en casa, en esos pequeños encuentros entre padres e hijos que posibiliten confianza. Esto es mostrar a los niños que comunicar nuestros sentimientos no nos hacen débiles, que llorar no está mal ni es sinónimo de fragilidad; que para conseguir lo que deseo no necesito agredir o gritar. Así validando, reconociendo las emociones, los niños podrán desarrollar  mayores y mejores habilidades comunicativas, que les permitan ser asertivos, escuchar activamente, transmitir sus sentimientos y tener mayor confianza para la toma de decisiones. También podrán adquirir la capacidad de no frustrarse o no dejar que la frustración, el estrés, la ira, el miedo se apoderen de ellos mismos lo cual  los beneficiará para seguir motivados, al igual que posibilitará que  puedan mantener la calma en momentos estresantes.

Luciana Brooks Liebers – Psicóloga Clínica

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